Que no lo digo yo, o solamente yo. Que tenemos 12,8 millones de votos en el torneo de desayunos del español Ibai Llanos. Que en este mundo nuestro globalizado de las redes sociales, eso vale más que cinco jurados elegantes que prueban cucharaditas de cada plato. Aunque también hemos tenido uno de esos reconocimientos este mismo año.
Porque no es solamente el pan con chicharrón. Como no han sido solamente peruanos los que han votado por Perú. Es también el lomo saltado, el arroz chaufa, la papa a la huancaína, la ocopa, la carapulcra, el tacacho, el juane, el tamalito criollo o el tamalito verde norteño.
Y es, también, claro, el plato bandera: el pollo a la brasa con sus papas fritas y su chicha morada.
Es justo celebrarlo. Que no amarguen el triunfo quienes digan —dentro y fuera de las fronteras— que es un premio tonto, que la sartén de oro que creó Ibai para este juego de concurso es poca cosa, que hay asuntos más importantes que requieren nuestra atención, como la política o quién sabe qué.
Que la pica, la mala leche, la mezquindad que tocan a nuestras puertas se vayan por donde vinieron. Que para noticias de tragedias y corrupción, tenemos todos los días. Un Perú campeón mundial, no.
Y que el pan con chicharrón estrene su corona de laurel en el Coloso de José Díaz, que reciba su plaza oficial con su monumento al centro, que una avenida lleve su nombre y que, cómo no, si el pollo a la brasa tiene su día…
*Ilustración: David Ramos / Generada con IA (Seedream 4.0, Abacus.AI)
